Justicia social, ¿utopía o realidad?

 In General

Colaborador
César Alejandro Reyes

Ayer se cumplió un año más de la conmemoración del Día Internacional de la Justicia Social; más allá de ser visto como un cliché (como pudiera llegar a entenderse la costumbre de la conmemoración de ciertas fechas) es necesario reflexionar qué tanto se ha avanzado en este tema que a veces se pudiera relacionar con lo utópico, es decir, lo ideal o prácticamente imposible de realizar. Al menos esta sensación de hartazgo se puede llegar a manifestar en la sociedad cuando se reflexiona sobre la justicia social y los pendientes que existen para que  permee.

Roberto Gutiérrez Alcalá en su artículo “Justicia Social: ¿un espejismo?” publicado en Gaceta UNAM (2021) escribe «que las injusticias sociales también son reproducidas por actores sociales. Sólo se debe pensar en la discriminación por cuestiones de género y étnicas, y en la racialización de los cuerpos, que se reproducen en interacciones sociales cotidianas y en los medios de comunicación, entre otros espacios. Con todo, el Estado desempeña un papel fundamental en los procesos de (in)justicia social (distributiva o de reconocimiento) y en su institucionalización».

Lo anterior es preocupante porque nos permite entender que hasta cierto punto la justicia social está truncada por el Estado, y que algunos medios de comunicación también son responsables (por no hacer uso de códigos de ética periodísticos) al difundir narrativas que criminalizan a grupos desfavorecidos, justificando las injusticias sociales y alejándose de narrativas comprometidas con los derechos humanos.

El autor menciona que «El Estado ha sido productor y reproductor de injusticias sociales. Por si fuera poco, como el sociólogo Pablo González Casanova y el historiador Federico Navarrete han mostrado, los Estados nacionales latinoamericanos que surgieron tras su respectiva independencia siguen reproduciendo formas de opresión, explotación y despojo contra los pueblos indígenas».

A pesar de lo anterior, Alcalá escribe que «el Estado también es un importante espacio de contienda en la lucha contra las distintas injusticias sociales», provocando ánimo para pensar que no todo está perdido, que podemos alejarnos de la “utopía” en la que se encasilla la justicia social; darnos cuenta que en épocas no muy lejanas el Estado cumplía con gran parte en la protección de derechos laborales de los trabajadores a pesar de su cercanía al capitalismo.

Para algunas agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la justicia social «se basa en la igualdad de oportunidades y en los derechos humanos, más allá del concepto tradicional de justicia legal. Está basada en la equidad y es imprescindible para que cada persona pueda desarrollar su máximo potencial y para una sociedad en paz». Es urgente alcanzar la tan anhelada justicia social, que deje de ser una ilusión y servir a algunos miembros de la élite o clase dominante para mantener falacias que únicamente dan “paliativos sociales” (respuestas que se emplean por parte de los grupos de poder para aminorar problemas sociales pero no están pensadas para brindar soluciones significativas). 

El 26 de noviembre de 2007, la Asamblea General de la ONU declaró que, el 20 de febrero de cada año se celebrará el Día Mundial de la Justicia Social (A/RES/62/10). Además, Naciones Unidas mencionó que «La Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó por unanimidad la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa el 10 de junio de 2008.

El tema de este año -a conmemorar en Nueva York- centra las recomendaciones de la Agenda Común para reforzar la solidaridad mundial y restablecer la confianza en los gobiernos bajo el lema “Superar barreras y desbloquear oportunidades para la justicia social”. Es necesario analizar lo que menciona Naciones Unidas al decir: “Restablecer la confianza en los gobiernos” ¿Cómo pensar en cambios profundos o sistémicos cuando la intención es seguir reproduciendo sistemas sociales y políticos obsoletos para la mayoría de las personas que conforman el mundo?

Justicia social, resumidamente, significa que todas las personas cuenten con lo indispensable para no solo sobrevivir, sino vivir plenamente, cubriendo todas sus necesidades. Para cumplir todas estas funciones, el Estado debe ser el garante protegiendo en todo momento los derechos humanos de todas las personas. La justicia social tiene que consumarse más allá de cuestiones que tienen que ver con clases sociales, orientación sexual, creencias religiosas, políticas, nacionalidad, costumbres, entre otras. En el discurso político se lee y escucha de manera brillante en qué consiste y qué fines persigue la justicia social, pero, conforme observamos periódicos y demás medios de información incluso cuando volteamos a ver nuestro entorno directo, esta jactancia política de positividad comienza a esfumarse rápidamente.

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