
El largo camino de ser reconocido como refugiado
Aproximadamente cuatro mil kilómetros separan a Ciudad Juárez de Venezuela, la distancia equivale a caminar 40 veces por toda la frontera norte de México. Caminar por México…. esconderse, sobrevivir a un país que las personas en movilidad describen como más peligroso que la selva del Darién.
Las personas que se ven obligadas a emprender este tipo de viaje atraviesan varios países de Centroamérica, recorren el extremo sur de México, enfrentando toda clase de peligros durante su trayecto, para llegar a la frontera que compartimos con el lugar del sueño americano: Estados Unidos.
Sin embargo, hay quienes observan a México como la posibilidad de un hogar, un proyecto de vida que tristemente no pudo realizarse en su tierra natal.
Carlos Contreras, un chico venezolano de 28 años, decidió dar fin a su periplo, lo hizo en un espacio liminal. Aquí, donde el país termina, aquí donde el dolor edifica muros, aquí donde una herida con forma de río se alimenta de las lágrimas; aquí Carlos decidió construir un nuevo sueño.
Acompañado por personal del área legal de DHIA, se aventuró en un nuevo viaje, pero esta vez para quedarse; inició su proceso ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). Ahora, después de un año, Contreras tiene más herramientas para empezar de nuevo; recibió su constancia de reconocimiento como refugiado.
“Me sentí aliviado de que ya terminara este trámite que duró más de un año, y también puedo decir que me siento seguro de tener un estatus regular en el país.” Carlos cuenta que uno de los aspectos más importantes que benefició su estadía en México fue el apoyo de familiares que ya residían en Ciudad Juárez y que lo recibieron al llegar. Su decisión de migrar radicaba en que veía a México como una economía estable que le ofrecería diversas oportunidades “compartimos un idioma, y prácticamente, una cultura”.
Con la finalización del proceso ante COMAR, Contreras podrá extender su residencia permanente. Esto le permitirá acceder a derechos como un empleo formal, atención médica, y libertad de pensamiento, movimiento, y protección contra la tortura.
Para Carlos una de las dificultades más grandes de su proceso de movilidad fue dejar a su madre, padre y hermana, además de su país de origen, Venezuela, “pero una vez tomada esa decisión ya tenía mi norte claro, que era llegar aquí”, mencionó.
Cuenta que afortunadamente en su experiencia, la población de Ciudad Juárez le trato con amabilidad. Y que, en su caso particular, no fue objeto de malos tratos o discriminación por parte de autoridades.
Al cuestionarlo acerca de qué había representado contar con el apoyo de DHIA en su proceso de regulación migratoria, Carlos Contreras, señaló que “lo representó todo: llegué a México sin tener la menor idea de cómo realizar esos trámites, no sabía cómo era el proceso, no tenía idea de nada, y gracias al acompañamiento de los asesores de DHIA hoy puedo retirar mi residencia permanente. Ellos estuvieron conmigo en todo momento, siento que sin su asesoría este proceso hubiera tardado muchísimo más”.
Mientras pensaba en otras personas en movilidad, dijo entender “lo abrumado que uno se siente, es un proceso complicado y a veces puede resultar un poco largo, pero les animo a buscar la ayuda que ofrece la organización de DHIA para facilitar ese tipo de trámites, y lo hago porque sí se puede lograr”.
Según información de la COMAR, en México a inicios de julio de 2023, se contabilizaron alrededor de 74 mil 764 solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado. Venezuela se encuentra en el cuarto lugar de solicitudes con 3 mil 511, siendo el primer lugar para Haití con 29 mil 532.
El caso de Carlos se encuentra entre los mil 680 casos atendidos por DHIA durante el 2022, en el ámbito migratorio y legal.